(...) Sin embargo, jamás llegó a estar satisfecha con lo que tenía, ni en aquella época ni después. Era como una condena, como un lastre, como una enfermedad de la que nunca logró curarse. No sabía disfrutar de las cosas, no era capaz de apreciar su valor, de extraer placer o alegría de los objetos, de los lugares, de las personas. Cuando conseguía algo, lo dejaba caer y salía corriendo detrás de un objetivo más difícil de alcanzar, y si actuaba así no era porque todo le pareciera indigno de ella, sino más bien por lo contrario. Era una enemiga feroz de sí misma, tenía una personalidad muy autodestructiva.
Le explico todo esto para que comprenda los motivos que pudieron llevarla a hacer lo que hizo. Estoy convencido de que nunca intentó hacerle daño, sino sólo complicarse la vida un poco más, estar más insatisfecha aun consigo misma, tener un nuevo motivo para seguir corriendo. (...)
Le explico todo esto para que comprenda los motivos que pudieron llevarla a hacer lo que hizo. Estoy convencido de que nunca intentó hacerle daño, sino sólo complicarse la vida un poco más, estar más insatisfecha aun consigo misma, tener un nuevo motivo para seguir corriendo. (...)
Almudena Grandes - Los aires difíciles